El 16 de septiembre de 1976 no fue un día mas en la Ciudad de la Plata, donde los tilos florecen y las diagonales se cruzan. Hacía seis meses que se había instalado la dictadura militar en Argentina, la represión clandestina estaba a la orden día. El Jefe de Policía Bonaerense Coronel Ramon Camps, secundado por el Comisario Miguel Etchecolatz; dedicaban sus días a provocar estragos en los focos juveniles y a los estudiantes universitarios y secundarios, dado que desde los años 60, la actividad política se había intensificado entre los jóvenes.
Los tilos ya no eran los únicos dueños de las calles, debido a que los grupos de las Fuerzas Armadas y de la Policía azotaban durante las noches, sumando un sinfín de nombres al listado de secuestros diarios y desapariciones de estudiantes, docentes, profesionales y trabajadores de la ciudad.
De los diez secuestrados luego del día del estudiante, María Claudia Falcone, María Clara Ciochini, Horacio Ungaro, Claudio de Acha, Daniel Racero y Francisco Muntaner continúan desaparecidos, mientras que Emilce Moler, Pablo Diaz, Gustavo Calotti y Patricia Miranda fueron “blanqueados” por la dictadura. Por aquellos días, estaba en proceso de instalación el centro de detención clandestino "La Cacha" en La Plata donde fueron alojados.
Iniciándose el mes de septiembre, el terror se había instalado en la ciudad y en el ambiente estudiantil. Instituciones educativas tales como el Colegio Nacional, el Liceo Víctor Mercante, y la escuela de Bellas Artes, entre otros, fueron altamente afectados por el accionar represivo e ilegal.
Estos diez jóvenes participaban de la lucha por la creación de un boleto estudiantil en la ciudad. La dictadura los marcó como "delincuentes subversivos" debido a su militancia política. Las edades de los estudiantes secuestrados rondaban entre los 16 y 18 años.
Emilce Moler, una de las sobrevivientes, relata... “estaban todos encapuchados, sin identificación y entraron gritando Ejército Argentino, en la madrugada del 17 de septiembre. Encañonaron a mis padres y les dijeron que venían a buscar a una estudiante de Bellas Artes. No dijeron ni siquiera mi nombre, nunca lo dijeron. Y yo creo que en eso hay un simbolismo fuerte, muy fuerte: lo que venían a buscar era a una estudiante y la venían a buscar por su militancia”...
La privación ilegítima de la libertad, las torturas y amenazas de muerte durarían tres años para Emilce Moler. Esa madrugada ya sabía que habían secuestrado a sus compañeras Claudia Falcone y María Clara Ciochini la tarde del 16 de septiembre. Sus compañeras habían cambiado sus domicilios porque sus casas ya no eran sitios seguros. Emilce pidió a su padre que la fuera a buscar a la escuela el día que desaparecieron a sus compañeras, él asustado, quiso irse a Mar del Plata, pero élla sostuvo que no podía dejar a sus compañeros ni la militancia.
Emilce estuvo en el centro clandestino conocido como "Pozo de Arena", en La Plata; donde se encontró con los otros estudiantes secuestrados.
Tres años después “en libertad” se exilió a Mar del Plata, debido a su prohibición de regresar a La Plata, dejó las Artes y se dedicó a las Matemáticas, se le prohibió también participar en reuniones o estudios que cuenten con asistencia de muchas personas; y durante años, fue perseguida día y noche para vigilar sus actividades.
El 16 de septiembre no fue un día como cualquiera. Memoria, Verdad y Justicia, hoy y siempre.
Equipo de Redacción DyH